Se han dado cuenta que los niños tienen una capacidad de asombro que a nosotros los adultos se nos va perdiendo con el paso de los años. En realidad si nos asombramos pero no es de manera regular, mucho menos por cosas vanas como solemos decir.
¿Será que conocemos demasiado o será que nos acostumbramos muy rápido?
El otro día mientras entrenaba ajedrez (al menos eso intentaba), pero al frente mio estaba tan tierno, con una sonrisa irresistible, encantador, uno de los hombresitos mas lindos que he visto en mi corta trayectoria por el mundo. Sí, allí llamandome a jugar estaba Arturito. El pequeño bebé de mi profesor. No opuse resistencia asi que deje los libros y me embarque a entretenerlo un rato.
No crean q es tan fácil lidiar con niños pequeños, para mi es todo un desafío. En realidad hay que estar siempre inventando algo nuevo, algo que los distraiga, en palabras más sencillas algo que los asombre. De lo contrario estas pérdido.
Pero es este asombro lo que me fascina, son las cosas de todos los dias: una flor, un paisaje, una cara rara... Para los adultos esto no es nada nuevo, es lo de siempre, lo de todos los dias...
Mientras vamos creciendo, vamos perdiéndo el gusto por estas cosas. Nada es nuevo, todo lo conocemos, pues hemos vivido lo suficiento como para estar en estas cosas.
Si conservaramos un poco de este asombro, ¿Sería mejor o peor?
Por el momento los dejaré con esta pregunta...
Mientras me quedo inventando y preguntándome en que lado estoy. En el de aquellos que no crecen y siguen siendo ninos grandes o en el de aquellos que todo lo saben.
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